Soja en el Chaco Paraguayo

Por Miguel Lovera

El Chaco Paraguayo poseía unos 20.000.000 ha de vegetación prístina hasta hace unos 10 años. En ese momento, se registró un raudo aumento de la demanda de carne bovina que se mantiene hasta nuestros días. Esta situación hizo que desde ese momento hasta ahora, se pierdan 6.000.000 ha de bosques (bosque meso xerofítico). Los remanentes de estas formas de vegetación se encuentran fragmentados a niveles que comprometen la funcionalidad ambiental de sus ecosistemas y, al tratarse de ecosistemas muy especializados, formados en condiciones climáticas determinadas, características de los inicios del Holoceno, hace unos 10.000 años, se estaría experimentando una perdida irreversible.

En la actualidad, el Gobierno Nacional, junto con el Departamento de Agricultura de los EE.UU, los gremios de productores y exportadores con el apoyo de la Universidad de Missouri, viene experimentando unas 300 líneas de cultivares de soja tolerantes a la sequía, con la intensión de ampliar la superficie sojera nacional en unos 2.000.000 de hectáreas adicionales en el Chaco, de acuerdo a lo expresado por Luis Cubilla, asesor del cartel de exportadores de soja del Paraguay (Diario 5 Días, 18 de junio de 2014).

La sojización de la región como en Uruguay, Argentina, Brasil y la parte oriental de Paraguay, provocó la concentración de la ganadería extensiva en el norte del Chaco, causando una masiva deforestación y la reducción y perdida de territorios para muchos pueblos indígenas. En los últimos 5 años, se ha observado la entrada de la soja en el norte del Chaco, proceso que aún se encuentra en fase experimental en diferentes zonas, pero, lejos de ser una iniciativa in ofensiva, su cultivo ya se abarca superficie bastante extensas, en franco proceso de expansión.  Estos hechos no son fenómenos aislados, sino que para muchos inversores se hizo evidente no solo la posibilidad del cultivo de la soja modificada genéticamente para ser apta al suelo chaqueño, sino que avizoran las ganancias que pueden superar a las obtenidas en la producción ganadera.

Fuente: Iniciativa Amotocodie

En el norte del Chaco, se observan dos vastas áreas donde se inicia el monocultivo de soja transgénica, implementando así, un modelo de desarrollo que pone en riesgo la forma más básica, integral y sustentable de los grupos ayoreo que viven en situación de aislamiento voluntario

Con todo el proceso de deforestación, cuya tasa oscila en los últimos 5 a 6 años entre 800 hasta 1000 ha/día, se han reducido los bosques continuos a su mínima expresión histórica, impidiendo así que esos ambientes puedan mantener sustentablemente la biodiversidad.  A pesar que, aunque se trata de una fase inicial del cultivo de soja, tal actividad se desarrolla justo en los últimos remanentes de bosque y de vegetación natural del Chaco y, en esta situación, el mundo ayoreo se sitúa al borde del derrumbe. Se observan, cada vez con mayor frecuencia, las señales de la presencia de los ayoreo aislados en la proximidad de los cultivo de soja, lo que significa que los aislados están expuestos al riesgo de contacto no deseado debido y a la acciones de seres de un mundo externo a ellos, empujándolos a un territorio mucho más reducido, acorralándolos al límite de sus fuerzas para subsistir acorde a su forma tradicional de vida. Las zonas actuales de cultivo de soja ocupan los últimos bloques de bosque continuo y destruyen los recursos naturales vitales, aguadas, áreas de cacería y recolección para los Ayoreo aislados.  Actualmente, ya se observa la perdida y destrucción de las estructuras naturales de captación de aguas en el Chaco seco, como los ojos de agua, riachos, paleo cauces, humedales y zonas bajas, cercanas a la destrucción del bosque, que significa para los ellos la perdida de alimento, conseguido a través de la caza y recolección. Es justamente en el noreste del Chaco, en la zona de Chovoreca, el área relativamente más húmeda comparada al resto de la región, donde se ve mayor avance de los cultivos de soja genéticamente modificada. La otrora prístina región, debe ahora prepararse para recibir ingentes cantidades de glifosato y otras decenas más de agrotóxicos.

El impacto sobre la población humana de la región no es menos grave. El Pueblo Ayoreo ces el único pueblo con miembros que perviven en condiciones de aislamiento voluntario al sur de la Cuenca Amazónica. Ese territorio actualmente experimenta un proceso de deforestación que alcanza las 300.000 ha/año. La destrucción del hábitat que estos habitan, equivale, sin dudas, a genocidio, ya que ellos viven en un mundo que permanece inalterado y sin interferencias con extraños desde hace unos 2.000 o 3.000 años. Muchas de las mejores tierras aptas para la expansión de los cultivos de soja se superponen al territorio tradicional en uso por los ayoreo, enmarañando así la ya intrincada situación de supervivencia de estas personas. Aunque sus derechos están consagrados en la Constitución Nacional, los privilegios son prioritarios ante los ojos del Gobierno y las autoridades del país. El modelo de explotación del Chaco goza de total impunidad. Y, los límites éticos que la empresa clama abrazar, son solo coartadas para mantener engañosamente una imagen honesta ante los crédulos que necesitan creer.