Un anciano Ayoreo falleció. Su muerte conmueve a muchos Ayoreo. Recordarlo los acerca a un pasado reciente, un tiempo y lugar donde hace dos generaciones todos vivían aislados, silvícolas, los temidos “pyta jovái”; vivían en Eami, el monte, el mundo, la madre naturaleza; vivían de un modo tan distinto al de hoy y cerca de los coñones, hombre blancos. El anciano Ei fue uno de los primeros ayoreo aislado en ser contactado por los misioneros en Paraguay, si no el primero, para después de ello comenzar una vida lejos de su territorio, en una reducción evangélicas.
Mateo Sobode Chiquejno es descendiente de los Ayoreo Ducodegosode, grupo local cuyo territorio se ubica en el actual Parque Nacional Defensores del Chaco y el mismo grupo local al que pertenecía Ei. Con las siguientes palabras quiere rendir su homenaje al anciano que partió:
“Quiero comentar algo. El señor Ei falleció el sábado (20-06-2020) en la comunidad de Ebetogue. Él mismo fue contactado por los misioneros, junto con un grupo grande, en 1966. Fue allá en la zona de Cerro León. Estoy seguro de que la mayoría de los Ayoreo no lo va a olvidar por eso, porque estuvo en esa oportunidad del contacto con los blancos.
Ei estaba al frente con Ñacamai y Pojnone. Así que ellos tres estuvieron en aquel primer contacto de los Ayoreo. Allí estuvo también Ngañome, la esposa de Ei. Casi todas las personas que estuvieron en aquel contacto ya murieron.
Es cuestionable la actitud de los misioneros que se prestaron a sacar a los Ayoreo del monte. Sacaron a los Ayoreo del monte para dejarlos a su suerte, porque después ya nadie se preocupó por ellos. A esas personas ya les visitan para darle un poco de apoyo.
Actualmente eso nos pasa a todos los Ayoreo. Fueron los misioneros, los blancos, quienes nos sacaron del monte y luego nos dejaron en el olvido, expuestos a morir pronto, tirados en la nada.
Me preocupa mucho la situación de estos últimos ancianos, los que sobreviven todavía. Van a morir dentro de poco tiempo. Creo que son unos nueve que sobreviven, incluyendo a Ñacamai, Pojnone, Usigai, pero realmente ya son pocos, y está todavía Chamaane que es ya muy anciano. No sé que se puede hacer para que ya no sufran tanto estos ancianos en sus último años, porque también es la falta de alimentos de verdad lo que les hace daño en sus últimos años, el fideo y el arroz no llenan. Ellos se merecen la miel del monte, el quirquincho, el hígado de la tortuga o del oso hormiguero.
Se mueren los Ayoreo que sabían vivir en Eami, porque en la selva trabajaban y tenían todo como en supermercado, no como el mundo de los blancos, donde trabajás mucho y no se puede igual tener lo que venden en el supermercado. Con estos ancianos se va mucha de nuestra historia. Ahora solo quedan las nuevas generaciones de jóvenes que van a sepultar nuestra cultura y tradición en medio del hombre blanco.
Les reitero que ayer falleció el señor Ei en su comunidad de Ebeotgue ya por su vejez. Era un buen hombre y estoy seguro que nadie puede objetarle algo que haya hecho. No hizo ningún mal a nadie, ni a los jóvenes. Su vida fue intachable. Después de su partida a la eternidad quedan sus queridos nietos. Esto nos pasará a todos cuando nos llegue el momento de partir.
Eso es lo que quiero decir”