El testimonio de Antonio Igaubi

Reporte de Miguel Ángel Alarcón

Puerto María Auxiliadora, propiedad de los Ayoreo pegada al casco urbano de la ciudad Capitán Carmelo Peralta en el departamento de Alto Paraguay.
Punta es una de las 8 aldeas Ayoreo que actualmente se asientan en la propiedad. El 12 de febrero de 2015 se viene desarrollando una reunión con la participación de representantes de todas las aldeas. Se discute la situación del Cerro León, sobre las intenciones de explotación de los gobernantes de turno, sobre la importancia del cerro y la región para los Ayoreo, la necesidad de mantener el contacto con los territorios por parte de ancianos y jóvenes, y otros temas relacionados a ello. Pasaron unas horas de conversación ente los líderes.
Un tarumá imponente mitigaba de buena forma los 42° de calor de esa tarde.
Abruptamente una voz potente se anuncia a sí misma y la figura de Antonio Igaubi, anciano que desde temprano estaba atento a todo, se levanta con un bastón y se coloca en medio de la gran ronda que se había formado para la reunión. El bastón parece más una larga lanza que un respaldo para el andar. Dice Igaubi unas palabras que encierran un mensaje que trasciende su cultura y el tiempo. Él no es chamán, pero su mensaje tiene fuerza profética; quebrantan lo inmediato para darnos una visión de futuro que inquieta. Parece que sus palabras no son solo suyas, parece la sabiduría reunida de todo el pueblo que en un momento de iluminación se hace presente desde el decir de un hombre con coraje.
A veces cuesta compartir las palabras como las de Igaubi. ¿Tendremos la capacidad como colectivo de escuchar lo que dice? Porque sus códigos son demasiado sencillos.
Al final la tarea del mensajero es la de llevar el mensaje.  Igaubi nos autoriza a reproducir sus palabras. Acá están transcriptas. Llegarán a donde deban.
Que el ministro y el presidente no nos hagan enojar.
Voy a tener que decir algo, aquí, en medio de lo que hablan los líderes.
En 1904 no había ningún otro ser humano que no sea Ayoreo en toda esa región del Cerro León. Vivían mis abuelos y mis padres. No había cazadores, no estaban los militares, no había misioneros. Vivían muchos Ayoreo en donde hoy es Ingavi.
Mi papá es del grupo Ducodegosode, pero como se casó con mi mamá que es Garaigosode vino a vivir con el grupo de mi mamá, como es en nuestra cultura cuando hay casamiento. Se fue a vivir a Chovoreca. Yo nací Garaigosode pero jamás voy a olvidar que Ducodedie es tierra de mi pueblo.
La región donde está Cucaani, Cerro León, se llama Ducodedie. Cuando pasó por allí la guerra de los coñone mataron a muchos Ayoreo. Allí hay muchos Ayoreo enterrados, allí hay muchas tumbas con nuestra gente. Por eso se llaman Ducodegosode los que viven por la región. Sobre esa guerra mi papá tuvo la posibilidad de alertar de la guerra a los Ñamucodegosode que estaban por la zona de Agua Dulce, a los Erampepaigosode, a los Garaigosode y a los Totobiegosode. Avisó de la guerra a esos grupos pero no avisó a los Tiegosode e Ijnapuigosode porque ellos estaban más lejos, hacia el Oeste. Nos retiramos hacia Erampepai, una región al norte del Cucaani, allí no había tanto movimiento.
Cuando yo era ya joven, los Ayoreo mataron a un misionero en Cerro León, mejor no le matábamos porque después de eso habían puesto algún tipo de veneno por la zona que mató todo lo que había alrededor: tigres, chanchos, mborevis, guasus, pájaros… no entendíamos de eso, seguro que querían matarnos a nosotros.
Cucaani es un lugar importante para todos los Ayoreo. Es el territorio a donde llegaban varios grupos, para vivir o para pasar por allí camino a las salinas, también era importante para los Atetadiegosode, Amomegosode que estaban cerca y para los Totobiegosode que venían del sur.ayoreo1
Cucaani es el sitio donde se encuentran cosas que son importantes para la vida del monte, que no hay en otra parte del territorio. Allí están las piedras con las que se hacen las herramientas: piedras para pulir y piedras para afilar las armas de hierro. También fue en Cucaani donde mi grupo encontró por primera vez hierro, un pedazo de elástico que mi papá partió en cuatro partes para repartir en los cuatro grupos familiares que había. Hasta los grupos más alejados del norte, desde Bolivia, viajaban para recoger la piedras de allí.
Yo pido a estas autoridades: respeten al pueblo Ayoreo, respeten a Cucaani.
Asojna es un pájaro sagrado en la cultura Ayoreo. Nosotros respetábamos los tiempos de asojna porque si quebrantábamos las normas algo malo le pasaba al grupo. Una desgracia, una dolencia incurable, una invalidez. Cucaani debe ser respetado, como manda asojna, como mandan las leyes de los paraguayos.
Si alguno rompe esas reglas algo grave va a pasarnos a todos.
Hasta aquí mi palabras.