Anciano Ayoreo con quien tuvimos el gusto de estar en un histórico viaje en 2004. Era uno de muchos ancianos que añoraba volver a ver sus territorios antes de morir. Aquel viaje fue, finalmente, su despedida del monte, su mundo, el que quedó lejos de él cuando lo alejaron con promesas de una vida mejor. Lo engañaron allá por la década del 60 del siglo pasado, pero no fue hasta ese viaje que se hizo consciente de ello. Ya sabía que las promesas fueron falsas, que la vida no mejoró mucho, lo supo en sus últimos años, cuando confesó que sufría de añoranza al monte y mucha hambre. Gajade aparece en la fotografía de portada del Documento «Paraguay El Caso Ayoreo» en una imagen de aquel viaje.
Rendimos homenaje a Gajade, quien comenzó a contar historias viejas que estuvieron prohibidas por los misioneros, y que cantó en aquellos primeros días de agosto de 2004 los recuerdos de su vida con el monte , guardados hace casi 50 años. En una noche descargó parte de sus conocimientos en forma de canto -de oración tal vez-, inspirado por la cercanía de su territorio, la zona del Tie Mane, las canciones más hermosas que los blancos hayamos podido escuchar de este pueblo.
Cajade soñó en morir en la zona de Dacaje, la misma que los coñone (no indígenas) llaman Palmar de las Islas. No lo logró. El sueño perdura con otros de su grupo, Mariade, Pojone, Umajöi…
En su mundo verdadero, recuperado por una semana fue cazador, chamán, historiador y feliz. En nuestro mundo intentó mantener su alegría pero no logró.
En homenaje a este hombre y sus sueños, vivos todavía en el deseo de otros ancianos, recordamos que los Ayoreo tienen mucho que enseñar a nuestra civilización de la amanera de vivir bien en el Chaco.
