Por Luis María de la Cruz, Formosa, 18 de septiembre 2024. © Iniciativa Amotocodie
El autor agradece los aportes de Miguel Ángel Alarcón Bobadilla y Jieun Kang.
Contexto
La región de Chovoreca se caracteriza por tener una vegetación achaparrada altamente combustible en tiempos de sequía. La misma se desarrolla sobre suelos arenosos, en un complejo sistema de escurrimientos que derivan de las elevaciones que dan lugar a la formación del cerro Chovoreca. Se trata de campos con leves ondulaciones con características únicas en todo el Gran Chaco. Su clasificación topográfica y ambiental en el idioma Ayoreo es “garai”, que da lugar a la denominación del grupo nombrado “Garaigosode¨, gente de los (de esos) campos. En ocasiones se denomina a la región como el cerrado chaqueño.
La región sufrió un fuerte impacto debido a los grandes incendios durante las sequías de 2019 y 2021[1]. A pesar de la destrucción masiva (especialmente en 2019), la recuperación vegetal de especies que, secas, son altamente combustibles, fue relativamente rápida debido a que la zona tiene un régimen de precipitaciones favorable, respecto a la región más central y occidental del chaco en esa latitud[2].
Debido a la fragilidad de la región y a las evidencias de presencia de por lo menos un grupo Ayoreo en aislamiento en esa zona, Iniciativa Amotocodie (IA) desarrolla un monitoreo diario del área durante la época seca (entre agosto y octubre principalmente), que es compartido a través de las redes sociales con los miembros del grupo Ayoreo Garaigosode que poseen una extensión de tierras allí y presuponen que el grupo en aislamiento es pariente de ellos; así como las de otros grupos de Ayoreo interesados en la protección de sus territorios.
A raíz de la gravedad de los incendios en Bolivia y a la necesidad de dar respuesta inmediata a los avisos de aparición de focos de calor, tanto por teledetección como por avistamiento en terreno, se conformó una red de observadores en Bolivia y Paraguay que comparten información y organizan acciones de prevención y respuesta a través de un grupo de WhatsApp. Dos miembros de IA responsables del área de monitoreo, participan del mismo. En Paraguay forman parte activa de este grupo funcionarios del Instituto Forestal Nacional (INFONA) y de la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN) abocados al monitoreo, bomberos, especialistas en incendios forestales, estancieros y las ONG vinculadas a la zona y temática de los incendios.
El método de monitoreo
Varias organizaciones realizan diariamente monitoreo de los focos de incendios o focos de calor a través del servicio brindado por la NASA medianter su sistema FIRMS (Fire Information for Resource Management System). El mismo aporta información en “casi” tiempo real (NRT, near real time), generalmente con tres horas a tres horas y media de demora luego del paso de los satélites, acompañando la detección de focos de calor con imágenes satelitales de moderada resolución (375 m a 1 km, según el satélite). Para esto utiliza el sensor MODIS (Moderate Resolution Imaging Spectroradiometer) a bordo de los satélites Aqua y Terra, y el sensor VIIRS (Visible Infrared Imaging Radiometer Suite) a bordo de los satélites NOAA 20 (JPSS1), NOAA 21 (JPSS2) y Suomi-NPP (S-NPP).
También el Instituto Nacional de Pesquisa Espacial (INPE) brinda esta información a través de su programa BD-Queimadas, que es utilizado por algunas de las organizaciones que observamos la situación de desarrollo de incendios en el Gran Chaco. Usa una batería un poco más amplia de satélites. Aparte de los ya nombrados, incluye los GOES, METOP, MSG-03, NOAA 18 y 19.
El monitoreo diario impone una atención específica en ciertos momento del día y de la noche, coincidentes con la demora en la puesta en línea de los datos detectados en los horarios de pasada de los satélites. Si bien los horarios no son estrictos, se puede tomar como referencia el siguiente rango:
TERRA, alrededor de las UTC[3] 13:00
AQUA alrededor de las UTC 06:00 y 19:00
S-NPP alrededor de las UTC 05:00 y 17:30
NOAA 20 alrededor de las UTC 05:30 y 18:00
El monitoreo se puede automatizar mediante suscripción, recibiéndose la información en NRT, diariamente o mediante un compendio semanal, a través de un correo electrónico.
A esta información se suman las observaciones en tiempo real de las poblaciones o trabajadores locales, conectados a Internet.
Para articular el flujo de información y la respuesta rápida a la aparición de focos de incendios, la organización NATIVA de Bolivia creó un grupo de WhatsApp (Focos de Calor Gran Paisaje) donde participan más de 160 personas, entre funcionarios, técnicos, miembros de ONG, bomberos, personal de apoyo, estancieros y otros actores de Bolivia y Paraguay. Los focos de incendio identificados o las observaciones en terreno se comunican de inmediato al grupo, para que se pueda responder de manera coordinada y rápida. Durante el desarrollo de los incendios el personal técnico de apoyo de los Estados Nacionales y de las ONG va produciendo información cartográfica y meteorológica para facilitar las acciones de quienes se encuentran trabajando en terreno, a partir de la teledetección y de las novedades desde el campo de acción directa. Iniciativa Amotocodie forma parte de este grupo, aportando información satelital, meteorológica, análisis cartográfico, identificación de propietarios de estancias afectadas o generadoras de incendios y datos de terreno emergentes de las conversaciones con las comunidades Ayoreo afectadas. Este mecanismo implica a su vez la interacción cruzada con otros grupos de WhatsApp y redes sociales donde participan actores del pueblo Ayoreo[4].
Los hechos y sus consecuencias
El día 2 de septiembre Eduardo Gómez, de la Secretaría de Emergencia Nacional de Paraguay (SEN), emite un alerta por la identificación de focos de calor cerca de mediodía (datos del sensor MODIS a bordo del satélite TERRA) en coordenadas S19 32’40”, N059 04’55”. Se pudo identificar que se trató del descontrol de una quema intencional de cordones de vegetación (restos de deforestación) en la estancia Marangatu I y II[5], causado por la situación de extrema sequía y vientos del norte intensos. De acuerdo a los testimonios de otros pobladores, se le había advertido al responsable de la estancia[6] que no quemen en las condiciones climáticas presentes[7]. Las experiencias de los años 2019 y 2021 habían dejado lecciones claras para la población local.
El estado de alerta fue ratificado por otros organismos oficiales y ONG abocadas al monitoreo de incendios.
Inmediatamente, consultando la base de datos de propiedades de Bahía Negra, Iniciativa Amotocodie identificó a la estancia como propiedad de Hugo Miguel Zelada Jara y Hugo Sebastián Jara Aranda. Este dato se comunicó de inmediato a los grupos sociales involucrados en el seguimiento y control de los incendios[8]. Cabe señalar que los propietarios cuentan con Declaración de Impacto Ambiental (DIA) de la DGCCARN[9] del Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADES), números 800/2017 y 2698/2020 para la transformación de los bosques en pampas de producción ganadera, así como una Resolución del INFONA número 495/2023, a su nombre, que autoriza la intervención sobre la masa forestal.
Ante el avance del fuego y la consecuente destrucción del ambiente y de infraestructuras de terceros, intervino el MADES, mediante la agente Rocío Mendoza, directora de Fiscalización Ambiental. Los propietarios titulares deslindaron responsabilidades indicando que la estancia se encuentra arrendada a la firma La Clemencia S.A.[10], cuyo representante legal es Tomaz Sandreschi Reis[11][12]. Sin embargo, la Declaración que aprueba el Estudio de Impacto Ambiental y otorga licencia para la ejecución del proyecto pecuario indica expresamente en su artículo 3 que el responsable (los propietarios que presentaron el proyecto) debe cumplir con toda la normativa de protección ambiental que rige. En el artículo 7 expresa que en caso de identificarse la ocurrencia de efectos no previstos, el Ministerio podrá iniciar las acciones administrativas o penales que corresponda.
La acción del viento norte rápidamente dispersó las llamas y el día 3 de septiembre el fuego ya estaba cerca del lindero noreste de la propiedad del pueblo Ayoreo Garaigosode, habiendo recorrido en pocas horas, 10 km (Mapa 1). Por la tarde del mismo día la magnitud del incendio y la dificultad para llegar hasta el área afectada, lo extendió hasta más de 30 km del punto de origen, quemando parte de la propiedad Ayoreo (Mapa 2). Las columnas de humo visibles desde muy lejos y detectadas por los satélites, dan cuenta de la magnitud del incendio. Para el día 4 de septiembre ya estaban quemadas 24.000 ha; momento en que cambia el viento, desde el sur, y comienza a llevar las llamas hacia la frontera con Bolivia. Los sucesivos cambios de viento, en una semana de mucha alternancia entre vientos del sur y del norte, se ocuparon de extender el incendio hasta alcanzar una superficie de 180.000 ha de bosques nativos y estancias[13] (Mapa 3). A pesar del invaluable esfuerzo de bomberos, ejército, trabajadores de las estancias, fueron recién las lluvias del día viernes 13 por la noche las que apaciguaron la fiereza del incendio, tras diez días de furia.
Bastaron solo diez días para que el territorio Garaigosode fuera consumido casi en su totalidad. La propiedad indígena perdió 14.200 ha de campos y bosques[14]. El Monumento Natural Cerro Chovoreca, refugio de fauna y familias Ayoreo en aislamiento, 3.900 ha. Estancias completas quedaron en cenizas.
Las estancias destruidas pueden poner precio a sus pérdidas materiales y al lucro cesante que deriva de esta devastación; pero ¿cómo poner precio a los bienes de la naturaleza que son fuente de vida para el pueblo Ayoreo? ¿cómo poner precio a los cientos o miles de animales que quedaron calcinados en medio de las llamas, sin poder huir? ¿y si murieron personas de los grupos en aislamiento? Si sobrevivieron ¿qué será de ellos sin su mundo? Quien pueda apreciar la vida, en todas sus manifestaciones, solamente podrá entender la magnitud material y simbólica (espiritual) de esta destrucción fatal.
Ayer, 17 de septiembre, tras una tregua de cuatro días, comienzan a aparecer nuevos focos de incendios, reavivados por el viento norte; como si el gran fuego, insatisfecho con su obra, quisiera decirnos algo más. Bomberos, militares y trabajadores de estancias retoman sus labores en esta guerra sin sentido causada por la impericia, la soberbia y la ignorancia de un estanciero brasileño en tierras paraguayas. Los dueños de la estancia, cual Poncio Pilatos, se lavarán las manos argumentando que está arrendada a la empresa que este brasileño representa, Ganadera La Clemencia S.A. Mientras tanto la vida de la naturaleza, de quienes viven dentro de ella como parte inalienable y de quienes luchan contra el fuego, vuelve a estar en peligro. La penalidad se arregla con dinero fácil para una empresa de la magnitud de La Clemencia o unos pocos años de prisión, muy probablemente excarcelable.
Fuente de datos:
Focos de calor: FIRMS-NASA (https://firms.modaps.eosdis.nasa.gov/map)
Imágenes satelitales de moderada resolución: FIRMS-NASA y NASA-Worldview (https://worldview.earthdata.nasa.gov/)
Catastros: Base de datos catastral de Iniciativa Amotocodie, basada en el Servicio Nacional de Catastro.
MADES: Sistema de Información Ambiental -SIAM (https://apps.mades.gov.py/siam/portal/mapas#panelMapa
[1] Las condiciones de sequía intensa en todo el chaco se iniciaron en 2018 y se mantienen hasta el presente.
[2] Lo que da cuenta de que esa zona en particular tiene características resilientes diferentes al resto (propia de la zona de «campos» con más humedad). Esto ha sido constatado por el equipo de IA y un grupo de conocedores Ayoreo en un viaje de monitoreo realizado a fines de 2023.
[3] UTC, Universal Time Coordinated, es una convención internacional que unifica el horario mundial. Para calcular la hora local en Bolivia y en Paraguay con horario de invierno debe calcularse -4 horas, Horario de verano de Paraguay -3 horas.
[4] Incluyendo un grupo de expertos y expertas Ayoreo en tema de pueblos en aislamiento (PIA), que es consultado permanentemente por el equipo de Iniciativa Amotocodie ante situaciones que pudieran comprometer la seguridad y la vida de los grupos Ayoreo en aislamiento (no contactados) tanto en Paraguay como en Bolivia.
[5] Estancia Marangatú I y II es la identificación que comunicó el MADES durante su investigación. Estancia Campo Alto fue el nombre que aportó el Ing. Egon Neufeld en un primer reconocimiento el mismo día 2 de septiembre.
[6] “Un brasilero (SIC) […] de nombre Tomás Reis. Quemó sin oír ni respetar las prohibiciones que rigen actualmente en el Paraguay” en palabras de un mensaje de WhatsApp circulado entre la población afectada (ver nota 6).
[7] La titular del INFONA, Cristina Goralewsky confirmó que los titulares de la propiedad tienen licencia ambiental para el cambio de uso de suelos mediante la deforestación, pero destacó que no incluye ese permiso la autorización para la quema de los residuos de la misma https://www.abc.com.py/nacionales/2024/09/11/incendio-en-el-chaco-dos-inmuebles-bajo-la-mira-por-ser-epicentros-del-fuego-que-ya-consumio-100000-hectareas/
[8] El periódico ABC Color en su edición del día 9 de septiembre reprodujo casi literalmente la información emitida y los mapas elaborados por Iniciativa Amotocodie. https://www.abc.com.py/nacionales/2024/09/09/incendios-en-el-chaco-divulgan-el-nombre-de-la-estancia-donde-se-habria-originado-el-fuego/
[9] DGCCARN: Dirección General de Control de la Calidad Ambiental y de los Recursos Naturales del MADES
[10] Ganadera La Clemencia SA Comercial e Industrial; sede social ubicada en Avda. Boggiani Nro. 5832, de la ciudad de Asunción.
[11] Tomaz Sandreschi Reis es un ciudadano brasileño de Mato Grosso do Sul, y su representación legal de firma ganadera La Clemencia S.A. da a entender que la misma también es de origen o capitales brasileños. El sr. Reis es sindicado por los pobladores vecinos, como la persona responsable del inicio del fuego.
[12] https://www.ultimahora.com/mades-interviene-estancias-e-identifica-a-responsables
[13] Como una sádica paradoja del destino, la estancia Marangatú, desde donde se originó el catastrófico desastre ambiental, no se incendió debido a que estaba recientemente deforestada y no tenía material vegetal combustible.
[14] Poco más de 70 % de su extensión total.