Conversatorio sobre pueblos indígenas en aislamiento voluntario y contacto inicial; caso Paraguay

El pasado martes 6 de agosto tuvo lugar en el Instituto del Banco Central del Paraguay el conversatorio «Pueblos Indígenas en aislamiento voluntario y contacto inicial; caso Paraguay», organizado por el Instituto Paraguayo Indígena (INDI), la Oficina del Coordinador Residente de las Naciones Unidas en Paraguay, el Grupo Internacional de Pueblos Indígenas de la ONU, y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

En la oportunidad estuvieron como expositores Tagüide Picanerai, representante de Organización Payipie Ichadie Totogobiegosode (OPIT), Miguel Ángel Alarcón, coordinador general de Iniciativa Amotocodie, Alberto Vázquez, presidente de la Asociación de Comunidades Indígenas de Itapúa (ACIDI) y el abogado Renzo Alejandro Cristaldo Garay.

“La sociedad paraguaya debería estar orgullosa de la presencia de indígenas en aislamiento voluntario. Para nosotros es un orgullo que nuestra gente esté ahí” —Tagüide Picanerai

Tagüide Picanerai inició presentándose como experto en el mundo de los cojñone (blancos) ya que muchos cojñone se presentan como expertos del mundo Ayoreo sin hablar siquiera el idioma. Comentó que es de la primera generación de Ayoreos nacidos fuera del monte y que su madre salió en 1979 del monte de manera involuntaria y fue obligada a vivir en el asentamiento de Campo Loro. Sin embargo, tras haber sido forzados a salir del monte, los primeros Ayoreo contactados han mantenido la determinación de no alejarse de los lugares en los que nacieron.


“Siempre quisimos volver a nuestro territorio”


Muchos de los primeros Ayoreos contactados de entonces volvieron al monte porque no les gustó la perspectiva de futuro. En la década de los 90, los Ayoreo en contacto inicial se reunían porque querían volver a su territorio. En el 2004 salió el último grupo en aislamiento voluntario en su comunidad —Chaidí—, a pesar de que mucha gente no creyera que existieran aún aislados porque suponían que el Chaco ya estaba “desarrollado”. “Esto asombró al mundo entero, pero al mundo entero no le asombran que existan todavía gente en aislamiento voluntario a pesar de todos los proyectos en el Chaco”, afirmó. Explicó que existen varios grupos locales, entre ellos los totobiegosode.  

Para los pueblos indígenas no existe lógica de que venga alguien de afuera a decir “este territorio es mío”, a lo que recuerda que el término “territorio” es más apropiado que “tierra”, porque territorio abarca mucho más que tan solo tener tierra. Así, en Paraguay se privilegia la propiedad privada a la propiedad colectiva de los pueblos indígenas. 

Recordó que los Ayoreo tienen más de 100.000 hectáreas conservadas por lo que la sociedad y el Estado deberían estar orgullosos y considerarla una acción positiva.

“Queremos que la sociedad paraguaya nos dé una mano para continuar porque la población indígena es escasa. Hay un pensamiento mágico que dice que la situación indígena no se puede solucionar. Nosotros queremos salir de nuestras comunidades y mostrar nuestra realidad y cuando lo hacemos nos consideran personas manipuladas. Pero no es así, somos pocos, solo queremos el buen vivir en comunidad”, finalizó.

“Los aislados son una presencia real pero invisibilizada y en otro casos, romantizada y mal interpretada” — Miguel Ángel Alarcón

 

Miguel Ángel Alarcón recordó que al momento de sus palabras, un genocidio estaba siendo cometido, ignorado por las autoridades. También subrayó la ausencia de otros Ayoreos y Ayoreas que alzan la voz para defender a sus parientes aislados, a pesar de que fueron propuestos para que pudieran compartir testimonios directos. 

 

“Su realidad, sus voces, ¿Son acaso demasiado pesadas para ser dichas acá?”

Alarcón explicó que los grupos Ayoreo se desplazan en su territorio, que no es solo un territorio ancestral, del pasado, sino un territorio en uso en el presente. Se han identificado al menos 12 grupos pequeños (o grupos familiares), separados y aparentemente sin comunicación entre sí, que continúan con su vida nómada en el territorio comprendido entre Paraguay y Bolivia. Se trataría de alrededor de 150 personas. 

Se conocen diferentes grupos locales en Paraguay: Totobiegosode (que se utiliza a veces de manera errónea como sinónimo de aislado), Erampepaigosode, Amomegosode, Garaigosode, Tiegosode e Ijnapuigosode. En Bolivia, descriptos en el informe elaborado en 2021 por el Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (CEJIS) y Land is Life, se han identificado grupos Atetadiegosode, Tacheigosode y otros 3 grupos cuyos grupos locales de origen no han podido aún ser determinados.  

A pesar del desconocimiento de muchas autoridades, numerosos estudios sobre los Ayoreos en aislamiento se han realizado y se siguen profundizando. Hay documentación exhaustiva e innumerables reclamos de los mismos Ayoreo para la protección de sus parientes aislados y sus territorios. Y ante la falta de instancias oficiales de protección, se han tomado medidas de protección, a partir de la experiencia de los mismos Ayoreo. En primera línea, están los Ayoreos de las comunidades aledañas a las zonas donde habitan y se desplazan los aislados, en segundo lugar, los Ayoreo y no Ayoreos que atienden diversas situaciones que se generan en el norte del Chaco, cuando se los ve o se acercan, como por ejemplo, la zona de Chovoreca, Palmar de las Islas, Parque Nacional Defensores del Chaco, Médanos del Chaco, en torno a las comunidades Pykasu y Ñu Guasu y la zona del Patrimonio Natural y Cultural Ayoreo Totobiegosode (PNCAT).

Reiteró el caso de Faro Moro, en donde el Estado Paraguayo, como en los casos de la cacería humana y limpieza étnica desde la década de los 60, sigue ausente y en actitud genuflexa a los intereses del capital. Como respuesta al reclamo por el genocidio en curso en Faro Moro, los líderes y lideresas Ayoreo de 3 organizaciones del pueblo Ayoreo debieron escuchar al Procurador General de la Nación expresar su preocupación por las inversiones millonarias en la zona y no por las vidas humanas en juego. De igual manera, la promesa de una mesa de diálogo encabezada por el INDI no se ha concluido aún, a pesar de la extrema gravedad de la situación.

“Todavía quedan chaces para tomar acciones de protección para estos grupos. El primer paso es el reconocimiento oficial de la existencia de esos grupo en diversos puntos de su territorio y la protección real de sus áreas vitales”, finalizó. 

“El gobierno paraguayo está obligado a proteger a los Mbya Guaraní en la Reserva San Rafael y también a los Ayoreo” — Alberto Vázquez

 

Alberto Vázquez del pueblo Mbya Guaraní expresó su preocupación por los aislados, ya que para la sociedad blanca los indígenas que viven en el bosque deben ser “civilizados”. Ante esta apremiante realidad, urgió al INDI iniciar una consulta con organizaciones indígenas para elaborar un mecanismo de protección para los pueblos en aislamiento en Paraguay. 

Algunas familias Mbya Guaraní en la Región Oriental del Paraguay eligieron ser tapýi (aislamiento voluntario) tras tomar contacto con la sociedad blanca. Ahí, en las 14.000 hectáreas a nombre del pueblo Mbya dentro de la Reserva Parque San Rafael es donde los Mbya han elegido vivir en aislamiento, como Mbya Guaraní, sin ser molestados por los juru’a (blancos). 

 

“Quiero vivir como los hermanos en aislamiento, en paz, en la naturaleza, sin salir a mendigar o manifestándose frente al INDI. Quién no quisiera vivir así”.

 

No obstante, existen presiones en la zona para desplazar a los Mbya Guaraní: desde actividades agropecuarias que no los toma en cuenta, hasta cultivos ilegales. Por este motivo, es urgente que el Estado haga valer la Constitución Nacional y los diferentes tratados internacionales suscritos y ratificados en protección de los pueblos indígenas en aislamiento voluntario y contacto inicial. 

 

“Todos somos parte de una sociedad multicultural, pero los pueblos indígenas de la Región Occidental y Oriental deben ser abordados de manera específica. No sé si basta con mesas, planes o decretos. Hay que subir de nivel. Hay que ir a leyes de carácter vinculante con normas flexibles, diferentes y específicas para situaciones concretas” — Abog. Renzo Cristaldo

 

El abogado Cristaldo habló del desafío de conciliar el marco jurídico actual con los reclamos de los pueblos indígenas. La Constitución Nacional paraguaya parte de una concepción multicultural, así como también los instrumentos internacionales, aunque Paraguay carece de una normativa que contemple el derecho a la autodeterminación y libertad de los pueblos en aislamiento, como sí existen en otros países de la región. 

No obstante, la actual legislación es insuficiente para proteger a los pueblos en aislamiento en Paraguay, porque no es vinculante, lo cual se ha visto en el caso de Faro Moro. Una posibilidad podría ser el artículo 45 de la Constitución Nacional, que habla de derechos no enunciados. Ahí podría estar contemplado el derecho al no contacto y al aislamiento voluntario de pueblos indígenas. Pero la ausencia de normas específicas supone un desafío, porque la actual normatividad sobre tierras, del código civil y la normatividad sobre pueblos indígenas no contempla la posibilidad de atender la problemática de los pueblos en aislamiento voluntario en Paraguay. 

“Si queremos que el plan de pueblos indígenas se haga vivo, tiene que construir las normas que atiendan la situación particular de estos pueblos y garantizar territorios a través de demarcaciones, prohibiciones de actividades y cierta flexibilidad también. No es lo mismo titular unas hectáreas porque sabemos que los pueblos indígenas en aislamiento voluntario se mueven.  Las normativas tienen que ser flexibles para compatibilizar el derecho de las personas fuera de la comunidad y quienes viven en esas tierras a la vez de penalizar el contacto no deseado”, finalizó. 

“Para los blancos, la tierra es dólares. Para los indígenas, el territorio es vida” — María Luisa Duarte

Cabe destacar así mismo, en la ocasión el aporte de la lideresa aché Maria Luisa Duarte, coordinadora de la Articulación Nacional Indígena por una Vida Digna (ANIVID), sobreviviente del genocidio y etnocidio de su pueblo. 

Duarte expresó su extrema preocupación por la Ruta Bioceánica, ante la experiencia de las rutas en la Región Oriental que casi supusieron la desaparición del pueblo Mbya. “Acá se viene una gran explotación minera y de litio en el Chaco. Va hacia el territorio de los hermanos Ayoreo. Las grandes potencias mundiales y el gobierno paraguayo están ofertando el Chaco”.

También se refirió a la ola de desalojos de pueblos indígenas, lo cual los está condenando a la extinción. La usurpación de territorio indígena avanza, aunque los pueblos tengan los títulos de propiedad. “Es grande la indiferencia e injusticia para los pueblos indígenas. La ley 904 tiene 43 años de vigencia. Hay más de 15 leyes, pero no se cumplen. Acá manda la plata. Yo puedo tener el título de mi propiedad, pero si a un empresario le interesa la tierra, compra todo”.