Historia de Vida- Mateo Sobode Chiquenoi

Sobode es más conocido por Mateo, tiene alrededor de 60 años.
Actualmente vive en Campo Loro en el Dpto. Boquerón, del Chaco Boreal de Paraguay.
MATEONosotros vivíamos en Cerro León, de este lugar bajábamos y regresábamos. Este lugar se llama Pujaidie, dentro del Cerro hay una laguna. La gente de Pujaidie vive ahora en Bolivia, en Puesto Paz, todos ellos son Ijnapui-gosode. El grupo de mi papá era Ducode-gosode. Ellos vivían en un lugar que se llama Unujate al que los paraguayos le dicen Río Caucano, este es un río que va hacia el Río Pilcomayo, termina y sigue hasta el Río Timane al norte de Cucarani.
Yo viví en el monte hasta mis 8 ó 10 años, lo que más recuerdo es de la cacería. Me acuerdo cuando cacé con mi papá…yo iba con mi papá a cazar, él me enseñó como si fuera una escuela. Me enseñó como se puede entrar en la selva, me decía: “hay que mirar cualquier árbol y así vas a conocer la dirección por la que vas, de esta manera vas a poder entrar y volver”.  El primer animal que cacé fue una charata, es un pájaro, lo cacé con flecha.
Yo siempre recuerdo cuando yo y mi papá regresábamos de cazar, mi mamá preparaba un almuerzo de diridie de caraguatá. Mi padre traía la miel y mi mamá ya había preparado el doridie. Mientras los hombres íbamos por caza y miel las mujeres iban por doridie.
En las noches cantaba un cantor, pero a veces cantaba un chamán. Los Chamanes eran como nuestro refugio porque ellos miraban nuestro futuro, sabían qué iba a pasar mañana, qué va a ocurrir en nuestro futuro. Si los ayoreos no hubiésemos tenido chaman no habríamos sabido de nuestro futuro. Diferentes pájaros hablan con el chaman, los que hablan son chungupeda, asojna, carancho, quiquia, cogoto, eyapotoi, uquenejai y poite. Los ayoreos dicen que hay pájaros que no tienen poder y que otros tienen mucho poder.
Era una vida muy pesada cuando salimos, habíamos dejado nuestra vida, nuestra vida muy sana en la selva. Aquella vez cuando salí con mi papá y nuestra gente, pasadas tres semanas se enfermó toda la gente de nuestro grupo, entonces mi papá quiso regresar nuevamente al monte, pero ya le había atacado la enfermedad del sarampión y a los cuatro días murió. Aquella vez murieron más de 85 personas, mujeres niños y hombres. Los que salimos éramos más de 80 personas.
Nosotros salimos de Cerro León, bajamos de ahí. Mi hermano ya había llegado antes a la Misión Católica de los salesianos de Bruno Estela, mi hermano ya estaba en el campamento de la civilización, y este paí (sacerdote católico) mandó a nuestro hermano junto con Iquebi para que él busque a mi papá, entonces mi hermano vino como si fuera un mensajero de la civilización. Así se fue a buscar a nuestra madre y a nuestro padre.
Iquebi explicó a mi padre que éste hombre que estaba con él quería trabajar con su grupo, que quería hacer una misión. Dijo: “Si ustedes permiten vivir con los cojñone (blancos) ellos les van a cuidar, te van a dar lo que necesitan ustedes, te va a hacer casa para que eles enseñe sobre su dios, el dios de los cojñone”. Mi papá y el grupo dijo: “queremos probar, vamos a probar si es cierto y si algo pasa podemos regresar”.
Mi papá aceptó salir porque mi hermano le habló muchas cosas, le dijo que si viviéramos entre los cojñone no nos va a pasar nada. Pero cuando mi padre fue donde los cojñone él se acabo ahí, él murió. Luego murió nuestra madre y la tía y una hermana. Yo me enfermé y casi morí, pero me trasladaron a un hospital militar de Fortín Martínez, llegamos con mi hermano y unos ayoreos más.
Si él hubiera conocido esas enfermedades, un curandero ya habría sabido las defensas, porque los curanderos o naijai sabían cosas de antes, entonces preparaban una cosa, unas palabras para defenderse de la enfermedad, para que no ataque más
Cuando mi papá se enfermó ya no tuvo ganas de preparar palabras para defendernos de las enfermedades. El mismo pai quería que los ayoreos dejen su cultura. Ustedes saben como son los misioneros, casi todos los misioneros nos prohiben nuestra cultura, nos dicen: “mejor no utilizar más su cultura mientras está el trabajo nuestro”, así son.
Mi papá tenía miedo utilizar sus palabras.
Más tarde muere mi papá y muere, muere la gente, en ese entonces murieron 85 personas de diferentes grupos. Los misioneros los buscaban más y más en el monte y los ponían ahí, como en una pieza, sí, nos cargaban como dentro de una pieza, nos mezclaban y mezclaban a la gente.
Nosotros quisimos de nuevo regresar al monte, mi padre murió en el camino de vuelta, cerca de Madrejoncito, creo que iban entre nosotros unos diez hombres más, pero José Iquebi nos siguió otra vez, hasta Fortín Madrejoncito, un poco más hacia el norte, después de ahí vino un camión……y otra vez a la misión.
En el camino se enfermó mi mamá porque veníamos sobre el camión. Las mujeres ayoreas no querían viajar en una camioneta, era algo que no conocían. El cerebro de mi mamá empezó como si estuviera loca, el camión iba muy ligero y mi mamá miraba como se movían los árboles, cuando quisimos bajar mi mamá ya no tenía más un buen pensamiento. El camión ya le había ocasionado un mal pensamiento. Su cabeza estaba ya loca, se enfermó y al día siguiente murió. No queríamos tomar agua ni comida.
Después de Fortín Baptista, llegamos a Montanía, a Cause Indio, allí creo que nos quedamos dos o tres meses y después fuimos hasta el kilómetro 160 de donde tomamos el tren hasta Puerto Casado, ahí los ayoreos dijeron: “No!! a dónde vamos?, esta clase de cojñone adónde nos llevan?, a qué sitio?”. El tren tenía una carrocería muy larga, era la primera vez que anduvimos en un tren que nos llevó a Puerto Casado de donde tomamos un barco. Siempre tuvimos temor. Los ayoreos tenían temor porque cuando bajamos del tren y subimos a la chata nació un bebe de uan señora ayorea. Un salesiano que tenía una palangana pusó a ésta debajo de la señora para que nazca el bebe, entonces nació y su ombligo nació ahí también. El salesiano botó el ombligo de la señora. Primero se cortó el ombligo de la bebe y se puso al bebe en la otra palangana. El pai quitó la palangana debajo de la mujer y tiró al río, entonces los ayoreos se asustaron, estaban muy asustados porque era la primera vez que vieron a una persona tirar así de esa manera la placenta y el ombligo del bebe. En la cultura de los ayoreos uno tiene que enterrar. Lo que hizo el pai ocasionó en los ayoreos mucho temor porque botar la sangre sobre el río, sobre el agua hace pensar a los ayoreos que va a haber un viento fuerte contra ellos. Entonces todos no sabían que hacer. Un poco más tarde llovió.
Cuando llegamos a María Auxiliadora los ayoreos ya no sabían en que dirección estaban. Nos sentimos dentro de un peligro, ya no sabíamos en qué pensar, entonces todos quisieron volver al sitio donde vivían en el monte. Pero algunos dijeron que ya no podíamos porque no se podía caminar sobre el río y que ya nadie iba a poder llegar a nuestra zona. De acuerdo a nuestra cultura se sabe que si vienen por un camino tiene que volver por ese mismo camino, un camino seco.
En María Auxiliadora estábamos muy tristes de no poder enterrar como teníamos que hacerlo. Cuando murió mi papá  sólo pensé que si no hubiéramos venido a la civilización mi padre no hubiera muerto. Estaríamos en Cerro León. Yo sentí mucho la muerte de mi padre porque quedé sin papá.
Entrevistado por
Rosa Maria Quiroga†